Román Aday: “ Es sorprendente cuando vuelves a lo que habías romantizado y ves que en realidad no te interesa para nada “


El escritor gallego, más conocido en instagram como @filosofianivelusuario, da al fin el salto a la novela de la mano de Editorial Dieciséis con ‘Lo suficientemente rápido’


Como escribió Jaime Gil de Biedma, «Que la vida iba en serio, uno lo empieza a comprender más tarde... ». Pues eso le ocurre a Fran, que no es capaz de ver más allá de la vorágine autodestructiva con la que camina en los ámbitos laboral y personal. El joven creado por Román Aday ejemplifica el desencanto de una generación, pero no solo eso. Aunque los personajes de esta novela lleven tatuajes, se metan coca y cambien pronto de valores no son tan modernos como creen. El hastío existencial tiene un largo recorrido en la literatura, el arte y la vida. Este autor de mente inquieta lo sabe y por ello no se ha limitado a una narración punkie, sino que ha buscado el contrapunto con el lirismo sutil que ha recogido de sus amplias lecturas. Todo con una prosa ágil influenciada por la mirada cinematográfica actual que lleva inevitablemente a esa verdad incómoda: «...Envejecer, morir, es el único argumento de la obra».




Portada de la novela, obra del ilustrador cordobés Borja Cámara.


PREGUNTA. ¿Siempre supiste que escribirías un libro?

RESPUESTA. Creo que sí, aunque suene un poco prepotente decirlo. Sabía que iba a escribir algo largo, lo que nunca tuve claro es que lo fuesen a publicar porque cuando empecé a escribir textos me di cuenta de que el mundillo editorial y artístico era a veces muy endogámico, muy especialito, donde no sentía que encajase. Nunca vi claro que me fuesen a dar la oportunidad, así que cuando llegó me sentí muy contento.

P.  Antes de la publicación de la novela habías logrado conectar con un público al que le gustaba tu estilo, tu manera de ver la literatura y la vida

R.  Sí, total. Me sirve de altavoz y hay quien a partir de ahí ya está leyendo el libro. La cuenta de instagram la empecé hace muchos años, cuando me di cuenta de que la cultura tiene sus círculos. Pensé que debía hacer algo para reunir a gente que se interesase por mi forma de escribir, porque si no lo iba a tener bien difícil. Era un trampolín para escribir en medios y para lograr publicar el libro. La etapa en la que me encuentro ahora fue siempre el objetivo final, me alegro mucho de haber llegado por fin.

P. Hablas de los círculos endogámicos de la cultura ¿reniegas en cierto modo de ellos?

R. Claro, sí. Entiendo que esos círculos endogámicos se forman de manera natural y no trato de dirigir un ataque hacia ellos. Entiendo que cada uno busca reunirse con personas de intereses afines. Se trata de círculos más propios de las ciudades grandes y a mí las ciudades grandes para vivir no me interesan. Mis amigos tampoco son del mundillo artístico ni cultural. Reconozco que me gusta mantener una opinión propia sobre las cosas o, quizá, reúno una mezcla de opiniones ajenas que hago mías. En definitiva, me gusta mantenerme independiente porque no me gusta la idea de estar casado con algo. No sé si me explico.

P. Te explicas perfectamente. Pero dime, ¿Cómo vino a ti el personaje de Fran?

R. Hostias, pues yo había escrito un relato con Fran de protagonista hace muchísimos años, durante un viaje que hice a Chile. Allí me puse triste y me vinieron preguntas sobre los objetivos que quería alcanzar a nivel vital o laboral. Entonces hacía dos años que no escribía nada de ficción porque siempre se me dio fatal, nunca había conseguido crear nada que tuviese valor o que me gustase. Entonces apareció Fran e hice un par de relatillos con él. Me gustó como quedaron,  pero quedaron aparcados durante muchísimo tiempo. A partir de ahí solo me salían relatos de personajes parecidos a Fran, así como un poco perdidos en la vida, en mitad de la veintena, con curros cutres. En la pasada cuarentena, cuando Editorial Dieciséis sacó una convocatoria de novela decidí presentarme. Le mandé los relatos de Fran a Alejandro, el editor, y le expliqué que quería hacer una novela a partir de ahí. Porque lo tenía muy claro. Allí estaban la voz y el personaje adecuados. Ahora que el libro ha salido a la luz, no tengo estas inclinaciones personales porque pasan cosas y uno quiere cambiar, hacer otro tipo de personajes. Pero en ese momento sentí que tenía entre manos algo mínimamente real. Así nació Fran.

Román comiendo de tupper en un parque cualquiera de Berlín.

P. El personaje es consciente de ganar dinero de forma poco ética  y de tomar continuamente decisiones en el plano personal que no le hacen bien, ¿Por qué sigue adelante?

R. Otras, menuda pregunta. ¿Por qué no reacciona? Yo creo que el título lo explica muy bien. La idea de ponerle Lo suficientemente rápido es que a veces hay cosas que no te están gustando en tu vida y tienes la sensación de que si vas lo suficientemente rápido no te vas a dar cuenta de esas cosas. Si ni siquiera te quedas un minuto pensando, nada de eso va a aparecer, por lo que no sentirás que lo estás haciendo mal. Un poco la idea es esa. Fran sabe que hay cosas que no debería estar haciendo pero, en vez de dedicarse un tiempo a replantearse todos los aspectos de su vida, él simplemente tira para adelante porque enfrentarse a ese tipo de decisiones es un poco difícil, a nadie le gusta. Tener más responsabilidad afectiva, por ejemplo, implica ser menos egoísta o ganar dinero de forma más ética también puede implicar mucho más sacrificio. Son lugares a donde no se quiere mirar.

P. El amor tiene un peso importante en la historia, ¿De dónde le viene a Fran esa falta de responsabilidad afectiva?

R. (Resopla) pues es muy buena pregunta, dame un segundo que piense. (…) Creo que viene de un tipo de carencia interna que él tiene, como le pasa a todo el mundo. El cariño es algo muy difícil de construir en todos nosotros y siempre genera problemas, ya sea dando un exceso o como ocurre con aquellos que notan constantemente esa falta y nunca creen que tengan suficiente. A Fran le pasa un poco eso. No es que cumpla el cliché de buscar continuamente a alguien que le salve del vacío, pero sí que busca un cuerpo que no le haga la soledad tan hiriente. Todo su desorden viene de no saber gestionar la falta de cariño.

P.  Él sigue aferrado al recuerdo de una relación pasada y cuando se encuentra con esa chica se desvanecen todas sus expectativas, ¿Observas en tu entorno esa tendencia romántica a idealizar y rechazar las relaciones más reales con personas cercanas?

R. En mi entorno quizá no tanto porque tengo amigos bastante funcionales en ese sentido y bien orgulloso que estoy de ellos, pero a mí sí que me pasa mucho. El pasado cercano lo romantizo una barbaridad. Creo que hay una canción de Carolina Durante que se llama Colores que va justo de eso, de que cuando vuelves realmente a un recuerdo este ya no es tan bonito. De hecho, ese giro argumental en el libro es de las pocas cosas medio meditadas que quería incluir. Es sorprendente cuando vuelves a lo que habías romantizado y ves que en realidad no te interesa para nada. En la imaginación todo funciona así, muy bonito, pero al volver ese algo no está tan pegado al suelo y resulta una decepción total.

P. Aunque el protagonista se parase a replantearse sus valores, ¿no se daría cuenta de que en realidad no cree en nada?

R. Pues me gusta mucho ese punto de vista. Si lo releo ahora, sí que percibo ese nihilismo. Cuando terminé la carrera de filosofía me di cuenta de que mucha gente de humanidades que no quiere opositar se vuelve muy desesperanzada, con una visión gris de lo que le envuelve. En la novela ocurre algo parecido. Él sí que es un nihilista, pero creo que ser nihilista no implica no tener conciencia. La historia trata de una pelea por la conciencia en un mundo en el que los valores sociales establecidos no convencen nada.

P. Frente a esa actitud nihilista de Fran está el personaje de su tío, quien es más práctico y lo ve todo más sencillo. También está el contraste del caos diario del personaje con la vida rural de su familia, ¿Fue algo que te planteaste detenidamente?

R. Cuando vi que estaba construida la idea que buscaba de ese personaje embarrado en su propia aceleración, algo me pedía que frenase y que la historia se tratase de forma más cercana, más sensible, sin tanto ruido. En ese punto, de manera natural, tiras a la familia porque siempre está ahí la raíz de los problemas. También quise situar a la familia en un paisaje muy gallego, porque en toda la obra la lluvia tiene muchísima importancia. Me inspiré en una zona de Lugo que me encanta, Vilaescura, que me deja sin aliento. Con la aparición de la familia surge la intención del personaje de recuperar algo puro. No es que quiera mejorar como persona, sino discernir lo esencial de entre todo el ruido que tiene alrededor.

Foto analógica realizada por Román en algún sitio de Coruña.

P. ¿Eso era lo que te pedía la historia?

R. Sí, porque sentía que si toda la historia se centraba en el trabajo, en la fiesta y en las chicas con las que estaba Fran me estaba quedando algo superficial. En literatura, casi siempre que metes a la familia puedes tirar de humor y profundizar en el personaje. Rara vez hay ruido en la familia. Se me ocurren pocas novelas que traten de manera superficial ese tema y lo hagan bien. La idea es que el entorno íntimo te acerca a la sensibilidad del personaje. Era como el último trozo de mapa que faltaba para dibujar a Fran.

P. No es difícil imaginarte paseando por una ciudad gallega, absorto en cualquier detalle que te lleva a una idea próxima a incluir en un texto pero, ¿Cómo eres cuando te sientas a escribir?

R.  Para mí era imprescindible que la historia tuviese ritmo. Es curioso, me salió de forma natural el paralelismo con el título. Necesitaba escribirlo muy rápido. Yo dividiría el libro en cinco partes, pues cada parte está escrita en un día. Pero para que llegase ese día tenían que pasar muchas cosas en mi vida. Creo que uno de los fallos del libro, aunque precisamente ahí está su encanto, es que se nota acelerado y sin un tiempo reposado para dar forma o análisis a otros personajes. Es más bien narrativa pura. Lo nuevo que estoy escribiendo, por el contrario, sí que trato de hacerlo de forma más pausada. El cariño es el mismo siempre.

P. 
¿Vives según lo que vayas a escribir en un futuro?

R. No del todo. Bueno, un poco sí. Has acertado bastante. A veces, cuando tengo que hacer algo que no me apetece para nada pienso que igual de ahí sale algo gracioso que contar. Cuanto terminé de escribir este libro me sentí vacío. Es un momento en el que tienes que esperar a que maduren otras vivencias. A mí la vida me encanta. Disfruto estando vivo y facilitando que me pasen cosas de todo tipo, así que es inevitable tirar de tus propias experiencias o de lo que te cuentan otros cuando te pones a escribir.

El autor de la novela en un viaje que hizo a Amberes. Fotografía de Victoria Cuesta @soyviki_

P. El proceso de esta novela ha sido diferente a como suele hacerse

R. Fue un poco escrito a la par. Yo le iba mandando al editor cosas que tenía y él iba eligiendo si encajaban o no. Fuimos viendo cómo crecía la historia hasta que llegó el proceso de corrección. A mí me habría gustado haberlo escrito y directamente haberlo puesto a la venta, pero en el mundo editorial la cosa no funciona así. No es como sacar una canción en YouTube. Además, Editorial Dieciséis es pequeña y para ellos es importante hacer las cosas con mimo, así que no hay más remedio que tener  paciencia. Hubo un año de espera entre que el libro estuvo terminado y las correcciones. A mí las correcciones me parecieron preciosas. Fue un proceso que me gustó muchísimo y con el que aprendí una barbaridad. En ese sentido sí que estoy muy agradecido a Alejandro, porque me ayudó a mejorar aspectos técnicos y a tener una paciencia que no tengo.

P. Además de escritor, tienes vocación por la fotografía, ¿No te has planteado potenciar todavía más esa faceta?

R. (Resopla)… No, no. La fotografía es algo que valoro y respeto mucho. Respeto muchísimo a la gente que hace buenas fotos. Ni me planteo compararme con ellos porque veo todos los fallos que tienen las que yo hago. Lo mío es simplemente amor a la fotografía. Me gusta registrar momentos para quedarme con ellos en la cabeza, pero no. Para mí se trata de un disfrute puro. Igual que escribir, aunque esto último trato de profesionalizarlo más.

P. Ya que al fin has logrado tu gran objetivo de sacar el libro, ¿Cómo te sientes?

R. Cuando salió el libro me sentí infinitamente triste y decepcionado. Quería que nadie lo comprase y que se quemasen todos los ejemplares para que nadie lo leyese nunca. Luego lo leyeron mis padres, que fueron los primeros. Les gustó y eso me tranquilizó bastante. A partir de ahí, todo lo que me ha ido pasando ha sido bueno. He recibido mucho apoyo, así que me siento muy agradecido. Pero me da mucha vergüenza y me la seguirá dando el que gente a quien conozco y quiero lea mi novela. Menos mal que Alejandro, el editor, me tranquilizó al decirme que una vez tu libro se ha publicado lo demás da todo igual. Empiezo a estar en ese punto, a dejarme llevar para disfrutarlo.

Algunos lugares captados por Román en analógico: